domingo, 6 de septiembre de 2009

El rosa ha cambiado

Foto de archivo
El día llega a su fin, pero al igual que en otros bares, el poco conocido Crucero de las locas sólo empieza a tomar el ambiente de un buen sitio de encuentro para la diversidad sexual de Caucasia.
La luz tenue de tres lámparas cobija a la mayor parte de las mesas, cuya apariencia demuestra el pasar de los años; sin embargo, esto no parece importarle a nadie, pues al igual que en la iglesia Central ubicada al frente del bar, tomar o hablar en este sitio es tan parecido como estar en una vitrina y autopromocionarse.
A diferencia de otros bares, en este la música suena con un volumen moderado, dejando de lado aquellos sitios de ruidos estrepitosos, que impiden charlar con calma, pues aquí los únicos sonidos que se logran identificar con seguridad, es el pasar del rio Cauca que parece fluir cada día más rápido, como si tratara de huir de estas tierras.
El tiempo transcurre con cierto misterio y el humo de los cigarrillos trata inútilmente, de camuflar el olor a sexo que se mezcla con la fresca brisa proveniente del rio. De la nada, una mano se levanta y señala cuidadosamente una botella casi vacía de cerveza; de inmediato, un joven mesero de apariencia atractiva, se acerca y pregunta con tono insinuante:
- ¿Qué desea usted?
Aquí las palabras sobran, dejando cabida a un juego de miradas entre hombres de distintas edades; sin embargo, la exclusividad del sitio no se resume a los gays, también a parejas heteros o por irónico que parezca, a hombres extremadamente conservadores con trajes clásicos, sombreros y una actitud dominante. El termino que lograría tal vez en un intento desesperado por definir al Crucero de las locas, es la sana convivencia, un lugar donde la inclinación de cada quien es respetada y de alguna forma aceptada -en apariencia-, en una región muy ceñida por el machismo.
Entre charlas y risas, un anciano se abre paso con un bastón en la mano por el medio de las parejas gays, su ropa sucia de talco y betún realza su profesión del rebusque aún con el pasar de los años. Él camina con tal naturalidad en este ambiente, que demuestra haber admitido el cambio del mundo y el suyo, pero su recorrido no llega tan lejos y concluye, en una vieja barbería que funciona al lado de este lugar, donde el arco iris ya no brilla con los mismo colores.
Las campanas anuncian el fin de la misa de la 6 de la tarde, y el cielo empieza a despejarse con rapidez dando paso al lento posicionamiento de la luna a la cúspide del firmamento.

Un chico de aproximadamente 16 años se levanta de su silla un poco emocionado, su comportamiento deja claro que no está sentado con un amigo, sino con alguien más cercano; al regresar de la barra, donde estuvo hablando unos pocos segundos con el mesero, empieza a sonar una canción que lo emociona, incitándolo a cantarle al oído de su acompañante la letra inicial de la balada:
No me preguntes por qué
Porque te miro así
Si tiembla mi voz
O de nervios empiezo a reír
Si te preguntas porque
Se agua mi mirar
Es que mi amor se desborda
Y cae como manantial
…1 (Soraya)
Al terminar la música, se levanta y se va abrazado con su pareja, perdiéndose entre la algarabía de las motos que reina más al centro del pueblo.
Ya la noche empieza a tornarse más calmada, y los visitantes de este Crucero ya saben que es hora de desembarcar; no obstante, la mayoría no bajaran solos de él, aunque aquellos que no encontraron nada, tendrán que esperar hasta la próxima noche para regresar a su barco.



1. http://www.planetadeletras.com/index.php?m=5&lid=1306

2 comentarios:

Ramsés dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ramsés dijo...

Baca tu historia pensaba que en Caucasia no existiera un lugar así.
la nueva dirección de mi blog para que corrijas: describirhistorias.blogspot.com.

Pasa la voz. Alberto L