miércoles, 21 de octubre de 2009

Los perros de la muerte

Foto de archivo.
La noche llegó sin apuros y el calor del día, aun brotaba del pavimento; sin embargo, la calle no se encontraba sola, pues los niños del barrio la ye, estaban jugando como de costumbre el partido de futbol.
Las horas pasaron y la música de los bares fue callando las demás voces para sólo escucharse una sola melodía, de igual forma la algarabía infantil término a los pocos minutos.
La gente viene y va, los carros llegan se estacionan para después volver a su circulación matutina en las vías de Caucasia. No obstante, esa noche la muerte se acercaba sin previo aviso. Sentado al frente de su casa Juan Fernando hablaba con unos de sus trabajadores, tal vez de la labor del próximo día o de un chiste, ya que la risa se mezclada con su tono tosco y sus movimiento se asemejaban a los de un humorista.

De pronto el sonido de una moto, parecida al que suele oírse cuando la policía patrulla las calles, se aproximaba por la vía que daba al parque del palmar; sin embargo, nada parecía fuera de lo normal, ya que la zona estaba custodiada por un sinnúmero de soldados, por motivo de los asesinatos ya efectuados semanas anteriores.
Dos hombres, cada cual con chaleco y casco venían en la moto, pero aun todo parecía calmado, hasta el justo momento en el que uno de ellos saca de su pantalón un arma de fuego y empieza a disparar sin pensar en su margen de error, como lo denominó un policía minutos después del hecho, al tratar de dar de baja al señor Juan Fernando.
La sorpresa fue inmediata, y la impresión de lo ocurrido no lo asimila ninguno, el trabajador por buscar escudarse se tiró hacia atrás, pero su patrón aun yacía sentado en la misma posición y sin decir ninguna palabra.
El desespero de una joven se intensifico cuando el color rojo empezó a cambiar el de azul cielo de la camisa de su padre, y este como inconsciente de la situación se levanto la camisa y noto varios orificio donde segundo antes sólo había piel. La sangre brotaba con rapidez de su prisión y la fuerza se perdía al caer al suelo el cuerpo manchado de Juan Fernando.
Todos se escuchaba pero ni los rumores se oían. Muchos decían con fuerza: ¡Busquen una ambulancia! ¡Busquen una ambulancia! Aunque lo único que llegaba eran ojos curiosos que querían ver la victima de la noche. Cinco minutos tuvieron que transcurrir para ver como la policía en un intento fallido, limpiaba su negligencia al llevar al señor Juan Fernando al hospital donde murió a las pocas horas de llegar.
Finalmente, son muchas historias como estas las que se pueden encontrar en Caucasia en estos tiempos de guerras, donde ya no existe la diferencia entre victima y criminal.

domingo, 6 de septiembre de 2009

El rosa ha cambiado

Foto de archivo
El día llega a su fin, pero al igual que en otros bares, el poco conocido Crucero de las locas sólo empieza a tomar el ambiente de un buen sitio de encuentro para la diversidad sexual de Caucasia.
La luz tenue de tres lámparas cobija a la mayor parte de las mesas, cuya apariencia demuestra el pasar de los años; sin embargo, esto no parece importarle a nadie, pues al igual que en la iglesia Central ubicada al frente del bar, tomar o hablar en este sitio es tan parecido como estar en una vitrina y autopromocionarse.
A diferencia de otros bares, en este la música suena con un volumen moderado, dejando de lado aquellos sitios de ruidos estrepitosos, que impiden charlar con calma, pues aquí los únicos sonidos que se logran identificar con seguridad, es el pasar del rio Cauca que parece fluir cada día más rápido, como si tratara de huir de estas tierras.
El tiempo transcurre con cierto misterio y el humo de los cigarrillos trata inútilmente, de camuflar el olor a sexo que se mezcla con la fresca brisa proveniente del rio. De la nada, una mano se levanta y señala cuidadosamente una botella casi vacía de cerveza; de inmediato, un joven mesero de apariencia atractiva, se acerca y pregunta con tono insinuante:
- ¿Qué desea usted?
Aquí las palabras sobran, dejando cabida a un juego de miradas entre hombres de distintas edades; sin embargo, la exclusividad del sitio no se resume a los gays, también a parejas heteros o por irónico que parezca, a hombres extremadamente conservadores con trajes clásicos, sombreros y una actitud dominante. El termino que lograría tal vez en un intento desesperado por definir al Crucero de las locas, es la sana convivencia, un lugar donde la inclinación de cada quien es respetada y de alguna forma aceptada -en apariencia-, en una región muy ceñida por el machismo.
Entre charlas y risas, un anciano se abre paso con un bastón en la mano por el medio de las parejas gays, su ropa sucia de talco y betún realza su profesión del rebusque aún con el pasar de los años. Él camina con tal naturalidad en este ambiente, que demuestra haber admitido el cambio del mundo y el suyo, pero su recorrido no llega tan lejos y concluye, en una vieja barbería que funciona al lado de este lugar, donde el arco iris ya no brilla con los mismo colores.
Las campanas anuncian el fin de la misa de la 6 de la tarde, y el cielo empieza a despejarse con rapidez dando paso al lento posicionamiento de la luna a la cúspide del firmamento.

Un chico de aproximadamente 16 años se levanta de su silla un poco emocionado, su comportamiento deja claro que no está sentado con un amigo, sino con alguien más cercano; al regresar de la barra, donde estuvo hablando unos pocos segundos con el mesero, empieza a sonar una canción que lo emociona, incitándolo a cantarle al oído de su acompañante la letra inicial de la balada:
No me preguntes por qué
Porque te miro así
Si tiembla mi voz
O de nervios empiezo a reír
Si te preguntas porque
Se agua mi mirar
Es que mi amor se desborda
Y cae como manantial
…1 (Soraya)
Al terminar la música, se levanta y se va abrazado con su pareja, perdiéndose entre la algarabía de las motos que reina más al centro del pueblo.
Ya la noche empieza a tornarse más calmada, y los visitantes de este Crucero ya saben que es hora de desembarcar; no obstante, la mayoría no bajaran solos de él, aunque aquellos que no encontraron nada, tendrán que esperar hasta la próxima noche para regresar a su barco.



1. http://www.planetadeletras.com/index.php?m=5&lid=1306